Hola chichis!!! Iba a escribirlo en un tuit, pero ya véis que en tan pocos caracteres, imposible. Así están las cosas también en el clima astral: rebasan los límites habituales y buscan su cauce de forma no acostumbrada. Venus ya entra en Piscis el 25 de febrero, y en un año como este, eso es todo un evento.
Venus, que como sabéis es el planeta del amor, el placer y el disfrute, la autoestima, el talento y los valores, se exalta en Piscis. ¿Qué quiere decir esto? Que tradicionalmente, si hay un signo en el que Venus se encuentra a sus anchas, es Piscis, donde pierde sus barreras y crece, pacificando, dulcificando y creando una poesía especial que nos hace amar la vida, soñándola en todas sus posibilidades.
Dice el mito que Venus nació directamente de la espuma del mar, y es cierto, si lo pensamos, que el amor venusino siempre tiene algo de oceánico, donde una sola gotita de amor nos abre a a la inmensidad de unas aguas infinitas. Venus en Piscis nos abre a la inmensidad, invita al abandono de obcecaciones, y nos sumerge en un placentero universo de trascendencia y significado.
La entrada de Venus en Piscis es normalmente un evento astrológico muy bienvenido, pero en esta ocasión lo es aún más.
A pesar de ser un planeta personal, Venus es un planeta muy poderoso este 2021. De los que marcan rumbo. Porque cada vez que Venus se mueve, los pesos pesados del clima astral le hacen eco.
Hemos hablado muchas veces de que Urano es el protagonista del clima astral este año, porque marca la pauta de los procesos más importantes de 2021. De lo que se nos está moviendo de fondo a todas, en lo colectivo y en lo personal. Y Urano, ¿en qué signo se encuentra? ¡En Tauro! Un signo regido por Venus.
Venus ha entrado en Piscis, y marca una nueva pauta hasta el 21 de marzo, cuando abandonará el signo para entrar junto al Sol en Aries y formar con él un hermoso Venus Star Point, con el que además recibiremos el nuevo año astrológico. ¡Cuánta energía trae eso!
En astrología, indagar en qué planetas rigen a otros nos ayuda a comprender de forma más amplia las repercusiones de cada tránsito. ¿Qué es un planeta regente? Fácil: un planeta que domina los temas de un signo. Por ejemplo, Neptuno domina los temas de Piscis. Cada vez que un planeta entra en Piscis, está en diálogo con Neptuno.
Cuando empezamos a ver qué planeta rige a cuál, a veces sucede de forma un tanto extraordinaria, como ahora, que encontramos un planeta que los rige a todos, directa o indirectamente.
Si hay un planeta que los rige a todos, lo llamamos el último dispositor. Es un planeta que actúa como un árbitro de todos los demás, que dinamiza a su ritmo el juego de los demás, y que barniza con su color lo que ocurre.
Con la entrada de Venus en Piscis, el clima astral cambia. Porque el planeta que los rige a todos es Neptuno.
Es decir: si empezamos a ver qué planeta rige a cuál, y seguimos hasta el final esa cadena de regencias, encontraremos que el planeta que rige a todos los demás, y que por tanto gobernará el clima astral desde el 25 de febrero hasta el 21 de marzo, es Neptuno en Piscis.
Neptuno es un planeta lento, importante, que sin embargo no hace aspavientos, y atraviesa su casa con pasitos sigilosos y mágicos. Un planeta que de repente emerge de las aguas para despertar el encantamiento, hacernos creer de nuevo, llamarnos a habitar sueños y esperanzas, y recuperarnos de los estragos y tensiones con todo un mes de inspiración, descanso, conciliación y paz.
Con la entrada de Venus en Piscis iniciamos una de las temporadas más hermosas del año, amable con las amantes de la espiritualidad, la música, el cine, el arte, el viaje y la cosmovisión.
Es una etapa especialmente hermosa para conciliar opuestos, renunciar a cargas insostenibles y permitirnos ir más allá de lo útil, para ver la vida a través del ojo de la experiencia y la emoción, y no tanto a través del intelecto.
Lo que gobierna Neptuno en Piscis va más allá de las palabras, y el encuentro especial del Sol y Venus, que atravesarán juntos el signo, y se unirán a Neptuno durante semanas, nos llama a reconciliarnos con la vida, a hacer las paces, y a amar aquello que toca nuestra fibra más humana, y que forma parte de nuestro fondo poético común.
Esta época apela directaente a esa parte más humana que nos conecta, y que nos llama a indagar en nuestro interior para descubrir el eco de unas personas en otras, como gotas de agua que forman parte de un mismo océano.
Viene un mes muy bello: pronto os cuento sobre lo que nos trae marzo. Pero con las aguas neptunianas tan activas, no es momento de forzarnos a tenerlo todo bajo control, ni de tragar otra cucharada de eso que nos cansa.
Más bien la suavidad del Sol, Venus y Neptuno en Piscis mece amablemente la cuna, para abandonarnos a un sueño reparador que alumbra nuevas visiones y esperanzaas.
Tal vez escapar de las estrecheces del mundo cotidiano sea saludable, al menos de vez en cuando. Esta época invita a grandes miras. A descubrir la grandeza de los pequeños placeres, como la poesía de una hoja que cae o un rayo de luz que recorta una sombra. Con Venus en Piscis, también el cuerpo sueña. De un estímulo cualquiera pueden aparecer mundos. ¡Es un gran momento para enamorarnos de la vida!
Que lo disfrutéis!
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