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Amor, compatibilidad, relaciones y otras fantasías: una guía no definitiva


Hola chichis!!! Tal vez sea una de las preguntas más recurrentes en los oráculos a lo largo de la historia, un clásico de las tiradas de tarot, las runas, las mancias y, por supuesto, las lecturas astrológicas. ¿Qué tal en el...

...AMOR?

Antiguamente, cuando las mujeres dependían del amor para asegurar su acceso a una economía esencial, y su lugar social y calidad de vida venían determinados por las relaciones que sostenían con los hombres, la pregunta del amor era más una cuestión de supervivencia que de sentimiento. ¿Aún tendré el favor de mi marido? ¿Lograré que nos entendamos, o que al menos podamos convivir de forma llevadera y agradable? ¿Hay alguna rivalidad amorosa que deba conocer o paliar con alguna estrategia mágica? 

El amor era tóxico, porque era reflejo de una sociedad desigual. Ahora no dependemos del amor para acceder a la propiedad, a la economía o al estatus, ni para gozar de calidad de vida. Pero, aún así, estamos lejos de vivir en una sociedad igualitaria que garantice las relaciones respetuosas, saludables y recíprocas. 

Y, la verdad, me preocupa el tono angustiado con el que me preguntáis a veces sobre las relaciones y el amor. Por eso me he animado a escribir esto. Pero os advierto de que este artículo no tiene vocación de ser definitivo. 😉

venusamorastrologia

¿Nuestros signos son compatibles?

Preguntar a una astróloga si una persona es compatible para que tengamos una relación con ella es como pedir permiso o validación. No deberíamos dejar que la astrología decida por nosotras si alguien es compatible con nosotras o no, o si queremos o no lanzarnos a esa nueva experiencia. 

A veces, de hecho, este tipo de preguntas vienen del miedo a repetir viejas experiencias que nos dolieron, o del miedo a errar y a equivocarnos. Pero en esta vida no hay casi nada que venga exento de riesgos. 

Y amar es siempre exponerse a que, con los cambios naturales de las personas, ese amor cambie y requiera de algún esfuerzo constructivo en algún punto. ¿Amor sin incomodidades, amor de película, la media naranja y la llama gemela? Difícil, ese ideal. 

Si lo que queremos es relacionarnos con otro ser humano de carne y hueso, vamos a tener que aceptar que ninguna de las partes es perfecta, y vamos a tener que aprender a gestionar las inseguridades, el historial de cada cual, los miedos, los procesos, las contradicciones, y en definitiva, las incompatibilidades que puedan surgir.

Porque además, es eso: existe la creencia de que algunos signos son compatibles para el amor, y otros no. Pero las cosas no son tan sencillas. ¿Por qué?

Primero, porque cada persona tiene una carta astral compleja: no es tan fácil como decir este signo y el otro se aman y estos otros se odian. Normalmente, en cualquier relación habrá una zona más fluida y otra más conflictiva. Todas somos únicas, y de cada persona con la que estamos disfrutamos algo distinto. Y a esto le sumamos que una relación no es la misma a lo largo del tiempo: las relaciones también evolucionan.  

Las relaciones no están aisladas, hay un montón de factores externos, contextuales y circunstanciales que influyen en las condiciones de la relación. Y eso se ve, por ejemplo, en los tránsitos sobre la sinastría o la carta compuesta.

Y segundo, porque no en todos los momentos de nuestra vida necesitamos lo mismo de una relación. Eso también tiene que ver con la etapa vital en la que estamos. Unas veces necesitaremos una relación así, y otras, asá. Lo importante es que las personas que están en la relación se sientan bien. 

Pero hay un montón de variables que explorar, y pensar en qué etapa estamos y qué necesidades tenemos en ese momento influye mucho en lo que sentimos por la otra persona. A veces puede ocurrir, también, que lo que sentimos es amor del puro y verdadero pero, sin embargo, la vida nos lleva por caminos separados. Vamos, que en el amor no todo es cuán compatibles somos tú y yo. 

signoscompatibles

No hay motivos para pensar que una persona es incompatible con nosotras porque tenga una Luna muy distinta a la nuestra, o porque su Sol esté mal aspectado con nuestro Saturno. Ninguna relación es "perfecta", y no podemos pedir a otra persona que encaje en nuestro mundo llenando todos nuestros vacíos sin que nosotras tengamos que hacer nada más.

La sinastría es una técnica astrológica que consiste en superponer dos cartas astrales, para ver cómo es la relación entre dos personas. Después de haber visto un montón de sinastrías, os puedo asegurar que en todos sitios se cuecen habas, como se suele decir. Y también que no hay personas enteramente (in)compatibles. Todas las personas aportan algo a nuestra vida, y nosotras también aportamos cosas a las demás. 

No le preguntes a una astróloga si alguien es tu media naranja, porque eso no existe. El "se casaron" y fueron felices (perdices aparte), no es ni de lejos el final de la historia. Pedirle a alguien que solucione cómo nos sentimos, o que llene las carencias de afecto que percibimos, es pedirle peras al olmo. 

La otra persona no puede llenar tus vacíos

El amor es un tema que siempre ha captado la atención de la humanidad. Se han creado sobre él ¿cuántos poemas, novelas, películas, canciones, cuadros, obras de teatro, danzas, tuits, tratados...? Y tal vez por eso carguemos un montón de idealizaciones y romantizaciones acerca del amor, que median muchísimo en nuestras expectativas y en nuestra forma de experimentarlo. 

Pero el amor de pareja no es todo, no es la solución, no es la máxima aspiración, ni el epicentro de una vida saludable y feliz. El amor no es algo que solucione nuestra vida, no es la guinda, y mucho menos algo en torno a lo que articular nuestro proyecto de vida adulta. Porque, si hacemos del inestable cóctel amoroso pilar y centro de nuestro proyecto de vida, ¡no va a ser difícil que nos frustremos! 

Y no me malinterpretéis, el super individualismo desde el que se plantean las relaciones como experiencia de consumo también tiene sus problemas, no estoy haciendo apología de eso. Hay gente que está en el punto de aquí te pillo y aquí te mato, gente a la que no le interesa lo más mínimo complicarse la vida con altibajos sexoafectivos, y muchas personas que quieren efectivamente compartir con algún alguien especial su proyecto de vida. De acuerdo. 

Cada cual elige qué le apetece y qué quiere, en la etapa en la que está. 

Es cierto que las personas necesitamos amor, afecto, pertenencia, comunidad. Somos seres sociales, y necesitamos de las demás personas. Pero, precisamente, el énfasis en el amor romántico, en sociedades hiperindividualizadas, ha deteriorado muchísimo otras formas de vínculo que de siempre nos habían servido para sostenernos y apoyarnos de forma más resiliente, como la amistad, el compañerismo, la colaboración o las relaciones de convivencia. 

¿Será que estamos pidiendo demasiado a esa frágil estructura que es la pareja? Una persona no puede serlo todo: no puede ser hogar, comunidad, amiga, pareja, amante, todo a la vez y para siempre. No podemos pedir a una pareja que llene plenamente nuestra vida social. 

Una pareja no es la solución de ese vacío, o de las soledades aparejadas a un modelo social poco solidario y enajenante. ¿Será que, para tener una relación sexoafectiva saludable, hace falta amar, pertenecer, colaborar... más allá? ¿Con una idea más generosa y abierta del amor, que nos ayude a conectar socialmente?

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¿La autoestima es la panacea del amor?

Adaptarnos a un modelo social disfuncional, que enfatiza el individualismo, la competitividad, el postureo narcisista y la inaccesibilidad emocional, puede hacernos sentir solas. Por un lado, saber que hay una dimensión colectiva (e histórica) en ese sentimiento de 🐝 estar perdida lejos de la colmena, puede ayudar a entender las cosas más allá de la mera responsabilidad individual. 

Pero claro, no vamos a quedarnos en ese muro de lamentaciones. Vivimos en este mundo, y a veces necesitamos revertir la tendencia de soledades superpuestas para hacer vibrar al corazón.

Escuchamos a menudo que, en casos de soledad, y especialmente, en casos en los que aspiramos a tener pareja sin éxito, hay un temita de autoestima y valoración personal. Escuchamos que, si nos sentimos vacías, no hay persona en el mundo que pueda llenarlo; que es un trabajo personal que debe hacer cada una por su cuenta. Que la autoestima es la clave para amar. 

El peligro de pensar así es terminar concluyendo que, si estamos solas, es porque no nos valoramos. Pero, la verdad, muchas veces pasa que otras personas sí valoran cosas de nosotras que no alcanzamos a reconocer. Así que no está tan claro que la autoestima y el amor sean cuestión de causa y efecto. De hecho, podríamos debatir un montón de detalles sobre todo eso. 

Pero sí es cierto que Venus, el planeta del amor, rige también la relación con nuestro cuerpo, el placer que nos damos, nuestros talentos y valores... y también rige nuestra autoestima y nuestra dignidad. Así que todo ese batiburrillo venusino es importante para que una relación con otra persona funcione. 

Tal vez amarte a ti misma no sea una magia inmediata para que otras personas te amen, pero sí es cierto que amarte a ti misma te va a situar de una forma más segura y confiada en situaciones delicadas con otras personas. Amarte te va a ayudar a discernir dónde están tus límites personales en cuestión de respeto a ti misma, dignidad y merecimiento. Y eso ayuda, sobre todo, a elegir bien. A elegir qué relaciones son buenas para ti, y cuáles no. Y esa es una gran diferencia. 

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 Además, al disfrutar y estar a gusto (contigo misma, con la vida, con lo que haces, en general) es más sencillo aceptar y apreciar en positivo lo que nos une y lo que nos diferencia de otras personas, y verlas en su idiosincrasia. Verlas como son, y no a través de las expectativas e ilusiones que nacen de la necesidad y la carencia. 

En otras palabras, disfrutar de lo que te gusta, sociabilizar más allá de la expectativa romántica y simplemente pasarlo bien contribuyen a posicionarte de forma más segura frente a otras personas, y a desarrollar relaciones con más calma y espacio de elección. ¿Entonces, amarme a mí misma es la clave de todo, como vemos por todas partes? Sí y no. Claramente, quererte y aceptarte ayuda a vivir el afecto de forma más relajada, genuina y placentera. 

Escúchate, cuídate, haz lo que te gusta, respétate, apóyate en todo lo que te lleve a sentirte realizada. Date lo que le pedirías a una "pareja perfecta", y no busques el amor solamente en tu potencial pareja. El mundo es vasto y amplio, y el amor está también en aquellas relaciones que no pondrías en la etiqueta de lo romántico.

En un mundo capitalista, donde se busca optimizar la inversión de tiempo y energía para obtener lo máximo, se nos induce a apostar todo nuestro universo afectivo en relaciones exclusivas de alto mantenimiento. 

Pero eso nos hace más dependientes. Y sobrecarga nuestras relaciones de expectativas y presiones que las hacen frágiles. De ahí el dolor intenso de las rupturas, también. Porque la pareja ya no es solo cuestión de amor, si es que alguna vez lo fue. 

Lamentablemente, en muchas ocasiones la pareja es poder o no pagar el alquiler o la hipoteca, es el coste de haber tomado decisiones de vida de alto impacto biográfico en base a la confianza y al compromiso mutuo, o la expectativa de construir o no cierto proyecto de convivencia y familia. 

Entonces, quiérete a ti misma, sí. Disfruta, trabaja tu seguridad para respetar y hacer respetar lo que es importante para ti. Pero también, quiérete lo suficiente como para sostener un círculo social fuerte, amplio y diverso, que te haga resiliente en los momentos de crisis y dificultad. Y date el gusto de explorar más allá del modelo disfuncional que nos vendieron cuando éramos niñas.

autoestima

¿Qué buscas en el amor? 

Más veces de las que pensamos, asociamos situaciones y experiencias placenteras al amor, pero en realidad no tienen nada que ver con eso. Por ejemplo, muchas personas creen que tener pareja favorece actividades como ir al cine, disfrutar de una comida especial en un restaurante, bailar o ir de vacaciones.

Pero lo que nos gusta de esas actividades no es tanto que sean en pareja, sino que esas actividades, de por sí, encienden nuestro mecanismo de recompensa y son placenteras. ¿Has probado a hacer todas esas cosas con una amistad, o incluso a solas? Es una revolución, te lo aseguro. Como dice la canción, I can buy myself flowers.

Por otro lado, también solemos asociar a la pareja con un alto grado de confianza e intimidad emocional. Pero, curiosamente, eso no es algo que automáticamente se dé por estar en pareja. Y, a diferencia de lo que se suele creer, tampoco es algo exclusivo de las parejas. La confianza y la intimidad pueden darse en muchos tipos de relaciones diferentes. Y, a menudo, son cuestiones que requieren de cierto trabajo con las propias emociones, miedos y corazas. 

Para desnudarnos junto a alguien más, debemos sentirnos a gusto con la experiencia de desnudarnos, y no hablo de quitarse la ropa. 

En nuestra cultura jugamos mucho a mantener el tipo, y no nos damos demasiada ocasión de explorar vulnerabilidades, y mucho menos, de compartirlas y exponerlas. Eso es delicado, porque luego, en la intimidad de la pareja, esperamos que la gestión de todas esas sensibilidades, vulnerabilidades y emociones salga de forma automática. 

Pero lo cierto es que la gestión emocional se aprende y se practica. El amor no es el toque mágico de Cupido, que nos hace elegir siempre lo más luminoso, bondadoso y Disney. A amar se aprende, y hay un montón de cosas que nadie nos enseñó. 

Si buscamos el amor, no estaría de más detectar patrones aprendidos sobre los vínculos, y analizar qué roles tendemos a ocupar en las relaciones, o cómo tendemos a reaccionar frente a otras personas. Aunque no sea lo más intuitivo a primera vista, las relaciones de nuestra primera infancia dicen mucho sobre nuestras inercias afectivas en la vida adulta. Y tarde o temprano habrá que trabajarse eso.

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Por último, amar no es tanto buscar quien nos ame, también hay que ponerlo en práctica, al amor: abrir el corazón con generosidad, entendimiento y compasión. Entendiendo que la humanidad no es perfecta, aunque a veces aspire a serlo. Y que en el amor, igual que con cualquier otra cosa de la vida, hay que dejarse vivir la experiencia, aunque no siempre tengamos claro qué estamos haciendo. En el amor hay cierto grado de riesgo, exposición y descontrol. Hay incertidumbre. Y fragilidad. Porque los encuentros en los que hay amor pueden cambiarnos. Y a veces son medio abismo.

Qué lindo, qué lindo, el amor, Cupido, el abismo, todo eso. Pero... 

Breve recetario frívolo 😉

Presionar para que se dé el compromiso

Si no sabes si estás o no en una, dos o más relaciones, y la indecisión o el agotamiento te corroen, no dejes que las demás personas marquen tu ritmo con presiones o inercias. En las relaciones, la presión a acelerar el compromiso suele ser la antesala de relaciones de dependencia, y podría ser motivo de alarma. Si estás indecisa o confundida lo mejor es darte tiempo. Estamos en una época llena de incertidumbre, y al final todo acaba recolocándose... ¡a su debido tiempo!

Tú eres mi pareja porque lo digo yo

Si no estás con nadie, pero te ha surgido algún tipo de pretendiente que no te gusta, que te invade o incomoda, a lo pulpo o stalker, ¡sal de ahí, sin pena! Aunque parezca mentira, hay relaciones que nacen del hecho de que una de las partes delega la decisión afectiva en la otra persona, o no sabe cómo decir que no. ¡Cualquier intromisión o invasión es señal de alarma! 

Por otro lado, en las relaciones las decisiones deben ser consensuadas. E incluso si esa persona te gusta o te gustó inicialmente, recuerda que la vigilancia, el control, la imposición, o el hecho de que otra persona quiera tomar decisiones por ti son formas de maltrato. Y el mínimo signo en ese sentido debería prevenirnos. ¿Pide por ti en el restaurante, sin dejarte elegir? ¿Elige siempre qué peli que vais a ver, o cuál es el plan, desoyendo tus sugerencias? ¿Te hace preguntas precisas para saberlo tooodo de ti, incluso cuando no te apetece? Lejos, ¡LEJOS! 🙅 Haz caso a tu cuerpo, seguramente tu cuerpo se tensiona en esas situaciones.

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Yo soy tu ideal

¿Y qué pasa si te gusta que alguien te idealice y te adore, aunque no correspondas su sentimiento? Vuelve al punto candente: autoestima. Cuando necesitamos que otras personas hinchen nuestro orgullo, y más en un plano de subordinación vincular... es buen momento para analizar nuestras inercias afectivas y preguntarnos qué tal está nuestra autoestima. ¿Por qué? 

El orgullo es contrario a la autoestima. ¿Por qué necesitamos que otra persona reafirme constantemente esa validación externa?

Usualmente, si alentamos UNA relación poco recíproca, es signo de que hay MÁS relaciones poco recíprocas en nuestra vida: en algunas nos sentimos arriba y, en otras, abajo, lo que tal vez requiera algún análisis sobre los mecanismos de poder, manipulación, dominio/sumisión, etc... en nuestro historial vincular. 

Y cuanto más retrases el batacazo de realidad que va a darse la otra persona al comprender que vivía en una peli a la que no correspondes, más va a sufrir. Así que lo mejor es ser claras. Asépticas. Responsables. Porque alentar este tipo de relaciones no es beneficioso para ninguna de las personas implicadas.

Tú eres mi ideal... y lo sabes¿

Igualmente, si somos nosotras las adoradoras de alguna persona que nos da la atención justa para cerciorarse de que estamos disponibles, y nada más, lo que popularmente también se conoce como "jugar con mis sentimientos" 😅 pensemos que probablemente esa persona tiene un gigantesco montón de caca en el que trabajar con su propio historial afectivo y con su propia autoestima. 

Salgamos de ahí corriendo, porque en cualquier tipo de relación, sea romántica o no, es salud prestar atención y respeto a otros seres humanos. Y jamás alimentar el ego a costa de la dignidad de alguien más.

Finales dramáticos

Lo mismo si no estás con nadie, pero alguna persona con la que estuviste en el pasado no lo entiende así. Una no puede cortar una relación y ser el pañuelo de lágrimas de esa persona que está triste porque la hemos dejado. Confía en que será capaz de seguir adelante. Cuanto antes se corte la dependencia emocional, antes podrá empezar a superarlo.

Lo mejor es tener claridad, y respetar a la otra persona evitando ponerle las cosas difíciles con nuestros paños calientes, nuestra compasión pendular y nuestra insincera disponibilidad, cuya motivación, habitualmente, es la culpa. 🙊 

Por otro lado, si te sientes enganchada a una persona que te dejó y ya pasó página, ten en cuenta que una ruptura es un duelo, y no se desarrolla necesariamente de forma lineal, ni a determinado ritmo. Hay personas que necesitan más tiempo que otras para procesar una ruptura, y dejarnos sentir (tristeza, rabia, paz, amor, odio, y un montón de cosas complejas y sorprendentes que pueden aparecer) es indispensable para avanzar en ese proceso interior, que va creciendo tan lento como una planta.

Hay rupturas y rupturas, ninguna es igual que la otra, y no todas van a tener el mismo impacto vital y biográfico. Pero si considerando todo el conjunto te preocupa que una ruptura quede enquistada, es buena idea ir algún tiempo a terapia para analizar qué más hay ahí, aparte del recuerdo y del apego. Por ejemplo, ¿qué tenías la expectativa de compartir con esa persona que no estás teniendo? ¿Hay alguna vía diferente para satisfacer esas necesidades? Que alguien nos deje no es agradable, pero es un intensivo con el que se aprende un montón.

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Y si eres tú la que "estás" con alguien, pero esa persona no lo sabe, porque toda la relación se ha desarrollado en un plano de imaginación, hipótesis y expectativas, o si eres tú quien adora a alguien que no te corresponde, sigue leyendo 👇😋

El amor platónico 

Amores imaginarios, hipotéticos, fantasiosos, que invaden nuestra cabeza y nos hacen sentir extrañas. El amor platónico es pisciano, neptuniano. Y Neptuno es el planeta de la evasión. Y de las películas. Y de los estados alterados de conciencia. ¿Qué vacíos vitales está llenando toda esa película amorosa que has proyectado en alguien?

Los amores platónicos consumen mucho tiempo y mucha energía. Y a veces la focalizamos ahí porque no sabemos dónde más meterla. Aparte de esa persona idealizada a la que has puesto en un pedestal, ¿qué te gusta? Amplía tus sueños. ¡Soñar siempre con la misma cosa se acerca mucho a lo que podría ser una pesadilla! 

Neptuno, el planeta de los amores platónicos, también es el planeta de las adicciones. Hay una "adicción" a pensar en el amor que puede engancharnos cada vez más. Una adicción, por cierto, fomentada por nuestra civilización de una forma muy peculiar. Tarde o temprano, la persona en la que hemos proyectado atributos maravillosos se muestra humana, y entonces salimos del sueño como si nos arrojaran un cubo de agua fría. No es agradable. 

El amor platónico es una fijación por alguien. O, más bien, una fijación por la idea que hemos construido de alguien. Supongo que todas hemos vivido alguno. Pero ¿por qué hacemos eso?

A veces el amor platónico surge porque en realidad no queremos tener una relación de carne y hueso, con sus humildes cosas cotidianas (algo tan Virgo, el signo opuesto a Piscis), y ocupamos nuestro "cupo amoroso" con alguien "imposible" que aleja de nosotras el conflicto de lidiar con personas humanas o vernos expuestas a ellas.

A veces tenemos amores platónicos porque admiramos algo de esa persona que en realidad nos gustaría desarrollar a nosotras. La admiración y la idealización entran en juego ahí. ¿Por qué no cultivar eso que admiramos de la otra persona en nosotras mismas?

Vale, vale, muy bonito el discurso, pero ¡Qué hago!

Por suerte o por desgracia, ¡el libre albedrío existe! Lo mejor para saber si alguien es compatible o no con nosotras, si deberíamos intentarlo o no, si deberíamos llamar o no, si deberíamos cortar, volver o seguir adelante, y todas las demás encrucijadas que nos revuelven de las relaciones estos días, es observar los hechos. La astrología no está ahí para eximirnos de tomar decisiones.

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Regla de oro, que a mí me ha salvado mucho tiempo y energía a nivel personal: una sinastría o una carta compuesta solo se levanta cuando no tenemos problema en que la otra persona sepa que lo hacemos.

Cada vez que levantamos una sinastría para ver cómo podemos forzar las cosas y que la balanza se incline hacia donde nosotras queremos, un gatito muere, por decirlo en corto. No es buena idea. Es, de hecho, muy, muy, mala idea. No debemos levantar sinastrías de personas con las que de hecho no tenemos ninguna relación.

Tampoco es buena idea plantear preguntas a la astrología del tipo ¿es mi alma gemela? ¿Es una relación predestinada? ¿Nos casaremos y viviremos all together hasta que la muerte nos separe? O, la más común de todas: ¿es un amor k á r m i c o? De verdad, nada de eso importa. Párate y observa: ¿cómo es la realidad que hay entre esa persona y tú? 

En realidad, en estos casos no viene mal pensar en qué nos diría la persona más brutalmente honesta que conozcamos sobre nuestra situación. A veces, incluso, imaginar qué opinión merecería la situación que vivimos si le estuviera pasando a nuestra amiga, hermana, hija, o a alguien que de verdad queramos para bien.

¿Sobrevaloramos el poder de otras personas en nuestra vida?

El amor es algo que vivimos por gusto, no por obligación. Y aunque parezca que estas encrucijadas  sobre relaciones son muy graves, no lo son. Posiblemente la generación de Plutón en Libra no esté de acuerdo con lo que acabo de decir. Pero, amigas, aquí una con Plutón en Escorpio pondría miles de cosas primero, antes que el amor, en el baremo de desafíos esenciales que, como seres humanos, tenemos que enfrentar. 

Hay miles de procesos más complicados que el amor romántico en la vida. Las decisiones sobre amor son decisiones que deberíamos tomar buscando sentirnos bien. Pero ni si quiera es, el amor, la única forma de sentirnos bien.

Las experiencias de pareja (o ausencia de ella) pueden marcar etapa, afectan a nuestro estado anímico, actúan como un filtro de otras vivencias, circunstancias y oportunidades, y hasta hay quien vincula el amor a cuestiones como la esperanza de vida, cosa que podríamos discutir también. Pero después de analizar los tránsitos que vivían muchas personas cuando atravesaban momentos difíciles con el amor, yo creo que sobrevaloramos el poder de otras personas en nuestra vida. ¿Por qué?

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Podemos tener la sensación de que determinada ruptura "cambió nuestro carácter", o que conocer a alguien "cambió nuestra vida". Pero, chichis, los tránsitos son nuestros, hablan de procesos de nuestro propio desarrollo personal.

Esa ruptura que "cambió nuestro carácter" tal vez se dio, precisamente, porque nuestro carácter cambiaba. Esa persona que "cambió nuestra vida", tal vez llegó justamente porque estábamos cambiando nuestra vida. Parece un detalle, pero lo cambia todo. Nos pone a nosotras en la parte activa de la ecuación.

Si pensamos en la casa 7, la de las relaciones, lo entenderemos fácilmente. Las energías que hay en la casa 7 nos pertenecen, forman parte de nuestra carta; de nosotras. Y sin embargo, tendemos a proyectarlas en otras personas. Dejemos de proyectar en la pobre gente que nos rodea, y asumamos nuestro rol en lo que vivimos. Escojamos cómo queremos pasar nuestro tiempo, a qué dedicamos atención, y cuán cerca estamos de lo que nos hace bien. 

Un gran abrazo chichis!!!

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