Hola chichis!!! La astrología es el arte de estudiar los movimientos planetarios, es decir, los procesos y los ciclos de tiempo que se desarrollan en nuestra vida. Los ciclos planetarios terminan y empiezan constantemente, superponiendo procesos de largo alcance que, al conversar entre sí, hilan la complejidad del momento.
Los ciclos planetarios
Todos los planetas conversan como parte de un ciclo, con una duración determinada. Por ejemplo, tenemos el ciclo de Júpiter y Saturno, que se renueva cada 20 años. O el ciclo del Sol y la Luna, que se renueva mensualmente. ¿Qué quiere decir esto? Que cada 20 años habrá una conjunción de Júpiter y Saturno con la que se cierra y abre de nuevo el ciclo entre ambos planetas. O que, cada mes, hay una conjunción de la Luna y el Sol (una Luna Nueva) con la que se renueva el ciclo entre las luminarias.
Pero, aparte de estos ciclos entre planetas, también podemos estudiar los ciclos de la vida de una forma más personal. Este es el caso de los retornos planetarios.
En astrología llamamos retorno al momento en que un planeta regresa a la misma posición en la que estaba cuando nacimos.
Por ejemplo, uno de los retornos planetarios más conocidos es el retorno de Saturno, que sucede entre los 28 y los 30 años, cuando Saturno regresa por primera vez en nuestra vida al lugar donde se encontraba en el momento de nuestro nacimiento.
Los tiempos en que se desarrolla un retorno planetario tienen que ver con el tiempo que tarda ese planeta en recorrer la totalidad de la rueda zodiacal. Por ejemplo, el Sol tarda un año entero en recorrer toda la rueda, y es por eso que nuestro retorno solar, o revolución solar, sucede cada vez que cumplimos años: cuando el Sol regresa una vez más a la misma posición en la que se encuentra nuestro Sol natal, reiniciando su ciclo.
Retornos planetarios
Todos los planetas tienen retornos. La Luna, el Sol, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno... Incluso Urano, Neptuno y Plutón, con lo lentos que son, tienen retornos. Solo que, en caso de los planetas más lentos, los retornos suceden tras un ciclo muy largo de tiempo, que en ocasiones se extiende más allá de lo que dura una vida humana.
Urano, por ejemplo, regresa por primera vez al mismo lugar donde estaba cuando nacimos a los 84 años, pero en caso de Neptuno y Plutón, que son los planetas más lentos que hay, esto no sucede hasta más de un siglo después del nacimiento.
Es por eso que los retornos que más nos interesa estudiar son aquellos que se dan varias veces a lo largo de nuestra vida, porque son los que van marcando tiempos y ciclos que nos orientan en nuestro desarrollo.
Es decir, los retornos de los planetas personales (Luna, Sol, Mercurio, Venus, Marte) o sociales (Júpiter y Saturno). Uno de esos retornos de índole personal que nos interesa mucho estudiar es el retorno de Marte.
Comprender a Marte para trabajar con él
Marte es el planeta de la acción, el impulso, el deseo, la autoafirmación y la motivación. Marte en nuestra carta representa la chispa vital que moviliza nuestras ganas en una dirección, sin que en ese proceso medie el intelecto o la emoción.
Es pura energía de acción, y podemos entenderlo muy bien si pensamos en la fuerza física que nos lleva cuando nos echamos a correr, o cuando damos un salto. No es algo que tengamos que planificar o pautar. Es algo que responde a ese poderoso mecanismo físico, a menudo inconsciente, con el que articulamos el movimiento.
Cuando estamos inmersas en una actividad marcial disfrutamos, en realidad, del contacto con una inteligencia animal que, por lo general, es algo denostada en nuestra cultura.
Marte representa la inteligencia del cuerpo, que nos hace reaccionar cuando nos quemamos o que nos hace articular el movimiento con precisión. Es el descubrimiento de la fuerza más básica; de nuestro motor. Algo que nos lleva y conduce a través de las llamadas del deseo y el impulso.
También es un planeta que podemos asociar, en nuestra cultura, con la competitividad, la lucha, la separación o el conflicto. Y, cuando nuestro Marte está limitado por los particulares rasgos de nuestra civilización, o cuando el impulso marcial se ve constreñido por otras prioridades, también es un planeta que nos pone en contacto con una forma propia de frustración o ira.
El impulso marcial y el aprendizaje
Naturalmente, en nuestro proceso de socialización, cuando somos niñas, aprendemos que no todos nuestros deseos pueden ser realizables. De modo que nuestro Marte natal también representa ese aprendizaje necesario de la gestión del deseo y la acción.
Y es que, por mucho que una niña desee volar, no es conveniente que salte por la ventana para comprobar si puede hacerlo, por mucho que su ardiente deseo se lo pida. O por mucho que desee comerse lo que llevó otra niña al jardín de infancia, no es de recibo que se lo arrebate. Además, tendría más probabilidad de éxito pidiendo de buenas formas que le den un poco.
Marte, de por sí, tiene algo disruptivo y poco social. Es lo que lleva a una perrita perfectamente educada a zamparse algo prohibido de la despensa. O lo que lleva a una gatita a saltar sobre un lagarto o un ratón.
Y nosotras, las personas, también sentimos esos impulsos primarios. Pero hemos aprendido a lo largo de los años que seguir el impulso no siempre es conveniente.
Por ejemplo, podemos comprender que una niña cuyo deseo fue frustrado tenga una rabieta. Pero cuando somos adultas, las explosiones de ira no se consideran adecuadas. No son adaptativas. Es por eso que, para madurar nuestra relación con Marte, asociado al signo de Aries, también tenemos que desarrollar su contraparte, asociada a Venus y a Libra.
Hay deseos que se conquistan y deseos que se negocian. Y, para avanzar en este mundo compartido, es preciso encajar el deseo en el entramado de la civilización. Hacer que pase por nociones como la consideración, la justicia, la reciprocidad, la equidad, la puesta en común o el respeto, los emblemas de Libra.
¿Cómo gestionamos a Marte?
Marte genera tanto el ardiente impulso como la gestión de él. Con Marte no solo aprendemos a abrirnos paso en la vida; también aprendemos a gestionar esas situaciones en las que el impulso contraría lo que realmente queremos.
Porque Marte nos puede inclinar a cortar por lo sano con nuestro lugar de trabajo, cuando sentimos que el conflicto o el desacuerdo con nuestra jefa ya es demasiado. Pero hay otras cosas en juego que nos llevan a adoptar una actitud más paciente y moderada, enfriando el arranque marcial y elaborando una táctica más compleja, con la cabeza fría.
Las películas de superhéroes y superheroínas en las que una mala malísima destruye el universo para adueñarse del objeto de su deseo representa una forma arquetípica de un Marte desquiciado, cegado por su fijación egoísta. Destruirlo todo porque tenemos el foco puesto en un deseo muy concreto no ayuda, ni siquiera a nuestros propios intereses.
Cuando Marte se enciende, habría que hacer el esfuerzo de abrir el espectro de la mirada, y considerar el marco en el que se desenvuelve el deseo o el impulso.
Además, otro rasgo del deseo marcial es que suele ser fugaz. Marte es el impulso de conquista de lo que deseamos. Pero una vez obtenido, puede llevarnos al desinterés. Esto es algo que observamos mucho en nuestras dinámicas de consumo. La publicidad, por ejemplo, es el arte de despertar deseo. Pero cuando consumimos ese deseo, y la cerilla se apaga, queda apenas un resquicio de entusiasmo por eso que una vez quisimos.
Es por eso que decimos que Marte en Capricornio está exaltado, es decir: se expresa de una forma que nos ayuda a madurar provechosamente lo que este planeta representa, integrando el deseo o el impulso en una estrategia mayor, con vistas a los largos plazos. Ejercitando una acción sostenida en el tiempo, en base a motivaciones mayores. Como una cerilla que prende algo más, en lugar de consumirse a sí misma fugazmente.
Sin embargo, no todo lo que aprendemos sobre Marte tiene que ver con el control de nuestros impulsos básicos, de nuestra fuerza, de nuestra agresividad y de nuestro deseo egoísta.
Marte, apagado
Es frecuente encontrar en las consultas astrológicas a personas que en su proceso de socialización han adquirido la tendencia de condenar todo lo marcial como algo inadecuado, reprimiendo excesivamente lo que representa este planeta esencial.
Esto ocurre especialmente en el caso de las mujeres, que hemos sido tradicionalmente educadas para reprimir la parte más marcial de nuestra carta, renunciando a pisar demasiado fuerte, o a reclamar un espacio de autonomía en el que satisfacer nuestros deseos y ambiciones.
Es entonces cuando nos cuesta decir que no, o nos cuesta tomar la iniciativa, o sentimos una carencia de motivación o confianza para tomar decisiones propias.
Ocurre con más frecuencia de la que cabría suponer que, cuando algo nos irrita o hiere, no sabemos cómo reaccionar, y llevamos todo eso hacia dentro, en lugar de expresarlo. Yo lo veo como si la ira antigua, que se concentra y no es expresada, fuera cristalizando como un peso cada vez más complicado de gestionar, hasta el punto de insensibilizarnos y ni si quiera poder reconocer qué nos enfada.
De hecho, en algunas ocasiones he tenido oportunidad de conocer a personas que "nunca se enfadan". O que, ante una situación tiránica, injusta o abusiva, aceptan lo que toque. De ese modo, quienes se enfadan "siempre son los otros". Y vivimos la agresión o la ira como algo que viene de fuera, y no como algo que forma parte de nosotras. Este proceso complejo puede dejarnos en un estado de bastante indefensión y vulnerabilidad.
Porque si no actuamos, otras personas marcarán el movimiento en el que se desenvuelve nuestra vida. Decir que sí a todo es una forma que quedar huérfanas de Marte; de buscar nuestra relación con Marte en la relación con personas muy determinadas y deseantes. Así vamos estableciendo también relaciones poco recíprocas, en las que las decisiones siempre se toman del mismo lado. Y eso puede terminar siendo abusivo.
No todas las formas de agresividad, ira o egoísmo son condenables. Si están ahí es porque también son necesarias.
La ira reprimida, o la frustración recurrente del deseo, puede agotarnos. Nuestro motor se detiene. No tenemos ganas de nada. Y nuestra confianza en nuestra propia capacidad de hacer las cosas se enfría. En esos casos, una excelente forma de recuperar nuestra relación saludable con Marte es romper el sedentarismo; mover el cuerpo. Despertar la fuerza que hay en nuestro interior.
El camino de en medio
Un Marte saludable es un Marte que nos sirve para expresar quién somos, qué queremos, qué hacemos. Por derecho propio. Marte es, al fin y al cabo, un planeta personal, y representa algo que nos es esencial para vivir. Así que, como hemos visto, ni tanto ni tan poco.
Con Marte hay que buscar un punto de equilibrio y madurez. Ni beligerancia iracunda, ni abandono. Ni quemarnos, ni dejar que nos coma la pasividad. Ni egoísmo, ni autoaniquilación. Marte es, como todos los planetas, un maestro. Y nos enseña a pisar fuerte en el mundo, a ser asertivas o a luchar nuestras batallas, pero desde un lugar que no comprometa nuestros otros puntos de apoyo.
Para ser, para sobrevivir o para abrirnos paso en la vida es preciso, también, luchar. No podemos prescindir de Marte. No podemos reprimir para siempre el movimiento o el deseo sin que eso nos pase factura.
Y cuando lo que deseamos colisiona con los intereses de otras personas, también a veces necesitamos invocar el conflicto. Lo importante ahí es cómo. Cómo lo hacemos. Y con qué motivos.
En nuestra carta natal, el cómo tiene que ver con el signo en el que se encuentra nuestro Marte. Los motivos tienen que ver (generalmente) con nuestro Ascendente. Y el espacio en el que aprendemos a luchar por afirmarnos a nosotras mismas tiene que ver con la casa donde se encuentra nuestro Marte natal, y la casa donde se encuentra el signo de Marte, Aries.
Trabajar la fuerza marcial con el retorno de Marte
Marte es lo que nos hace guerreras, y eso se aprende con la experiencia. Una guerrera no va a matar o aniquilar. No va a prender fuego a las cosas. De una guerrera se esperaría que no fuera mercenaria; que tuviera sus motivos. Que supiera qué resolver con templanza y diplomacia, y qué resolver con la fuerza. Que no saque sus armas a la ligera. Que comprenda la seriedad de la lucha.
Como hemos visto, es importante encarnar a nuestro Marte natal y permitir que se desarrolle a lo largo del tiempo. Incluso aunque no nos demos cuenta de ello, estamos trabajando a nuestro Marte natal toda la vida. Y para comprender esto podríamos observar qué dinámicas y tendencias marcan los retornos de Marte en nuestra carta.
Marte por tránsito regresa al lugar donde se encuentra nuestro Marte natal cada, aproximadamente, dos años. Esto es lo que se conoce como retorno o revolución de Marte.
Como sucede con todos los retornos planetarios, se trata de un momento en que renovamos nuestra relación con lo que representa este planeta, cerrando un proceso que veníamos desarrollando los dos años anteriores, para abrir un nuevo proceso bianual.
La primera vez que vivimos el retorno de Marte es con dos años: es un evento astrológico que se ha relacionado ampliamente con el famoso fenómeno de "los terribles dos". Es decir, con la tendencia de los niños y las niñas a desatar rabietas e inquietudes particularmente explosivas a los dos años de edad.
A partir de ese momento, con los sucesivos retornos de Marte, vamos aprendiendo a relacionarnos con Marte cada vez mejor. De modo que, cuando ya tenemos unas cuantas primaveras, podemos perfectamente atender a nuestro deseo de una forma que no irrumpa innecesariamente en nuestro entorno.
¿Qué ocurre en un retorno de Marte?
Cuando vivimos un retorno de Marte, nuestro universo de motivaciones y deseos van un paso más allá que en el ciclo anterior. Es un gran momento para reconocer qué deseamos, qué nos mueve, y plantear qué caminos nos gustaría abrir o iniciar en un plazo de dos años.
A partir del momento en que vivimos el retorno de Marte, estaremos trabajando en ello de forma especialmente activa durante aproximadamente un año, hasta que Marte por tránsito de ubique justo en frente de nuestro Marte natal, formando una oposición. Es decir: hasta que Marte transite por el signo opuesto al de nuestro Marte natal.
Por ejemplo, si mi Marte natal está en Géminis, viviré la culminación de los deseos y propósitos que albergué en mi retorno de Marte cuando Marte ya haya recorrido la mitad de la rueda astral y llegue a Sagitario, el signo de en frente.
A partir de ese momento, empieza otro proceso de un año más en que Marte empieza a replegar su ciclo, acercándose cada vez más a nuestro Marte natal. En esa parte del ciclo marcial estaríamos integrando lo que hemos hecho o dejado de hacer para avanzar en nuestros deseos.
Es por eso que, para comprender las dinámicas de nuestro Marte natal, podemos estudiar de qué forma nos sensibilizamos con el empuje, la motivación, el deseo o la fuerza cuando este transita signos de la misma modalidad que el signo donde tenemos a Marte en nuestra carta.
En otras palabras, si mi Marte natal está en un signo cardinal (Aries, Cáncer, Libra o Capricornio) desarrollaré una respuesta más activa o afirmativa cuando Marte transite por alguno de los signos cardinales. Si mi Marte natal está en signos fijos (Tauro, Leo, Escorpio o Acuario) desarrollaré más mis cualidades marciales cuando este transite por cualquiera de los signos fijos. Y lo mismo sucedería en caso de tener a Marte en un signo mutable (Géminis, Virgo, Sagitario o Piscis) cuando transite por signos mutables.
Estudia tu ciclo marcial
Si quieres comprenderlo visualmente, puedes trazar una cruz en un papel, con los cuatro signos de la modalidad en la que se encuentre tu Marte natal: cardinal (Aries, Cáncer, Libra, Capricornio), fija (Tauro, Leo, Escorpio, Acuario) o mutable (Géminis, Virgo, Sagitario, Piscis).
Empezando por el signo donde está tu Marte natal, y en el sentido contrario a las agujas del reloj, dibuja una flecha circular. Ese es el esquema básico de los ciclos que dibuja tu Marte natal.
Si quieres ir un paso más allá, puedes conseguir fácilmente las fechas en que Marte transitó por última vez en esos signos (por ejemplo, en www.astro-seek.com), y comprobar cómo vivías lo que representa Marte cuando estaba por ahí. De ese modo, podremos comprender nuestra relación con Marte, más allá de la teoría.
Además, por supuesto, hay que tener en cuenta que en la carta natal no hay nada que ocurra aisladamente, así que los aspectos que forma tu Marte natal, o el efecto de otros tránsitos planetarios, también influirán mucho en tu relación con este planeta. Llegar a conocernos y comprendernos es complejo, y requiere de mucha observación. ¡Pero por algo se empieza!
¿Qué pasa cuando Marte entra retrógrado?
Por último, merece una mención especial lo que ocurre cuando Marte entra retrógrado dentro de nuestro ciclo marial. Marte entra retro una vez cada aproximadamente dos años, lo que quiere decir que pasa un tiempo más largo del habitual en una zona de la carta. Para que os hagáis una idea, Marte suele avanzar por cada signo durante algo menos de dos meses, pero ocasionalmente, cuando entra retro, vuelve sobre sus pasos para pasar hasta tres veces por la misma zona, con lo que puede pasar unos seis meses en un mismo signo.
Si Marte entra retrógrado en un signo de la misma modalidad (cardinal, fija o mutable) en la que se encuentra nuestro Marte natal, enfatizará nuestro trabajo personal con este planeta.
De hecho, las veces que Marte entra retro tensionando a nuestro Marte natal (ya sea por conjunción, cuadraturas u oposiciones) suelen representar períodos de la vida en los que ponemos mucha más energía en nuestra autodeterminación, lucha y avance. Y vienen a ser meses en los que insistimos más en la consecución de nuestros deseos, o en la defensa de nuestro espacio. También podríamos sentir que se enciende el deseo de innovar, de actuar de forma autónoma o de tomar decisiones importantes.
El cómo tiene que ver con el signo en el que Marte retrograda. El dónde tiene que ver con la casa en la que Marte retrograda. El por qué tiene que ver con nuestro Marte natal y con nuestro Ascendente.
La última vez que Marte entró retro fue en la segunda mitad de 2020, en Aries. De modo que ese fue un tiempo en que las personas con Marte en signos cardinales estuvieron explorando con una gran profundidad este arquetipo. Mientras que la próxima vez que Marte entre retro será en 2022, en Géminis, de modo que el intensivo tocará a quienes tengan a Marte en signos mutables.
Espero que esto haya sido de vuestro interés! Gracias por leer hasta aquí.
Un abrazo grande, chichis!!!
Muchad gracias. Que perfecto por que justo tengo Marte en Geminis casa 9 omg jajaja y justo cuando estuvo en junio por ahi en geminis pues me decidi y aferre a conseguir mudarnos mi fam y yo 🥹 y lo logramos
ResponderEliminarCurioso, ya decía que algo pasaba, me acordaba mucho de hace un par de años, incluso estoy viajando por los mismos sitios por temas de trabajo. Tengo el marte natal en capri, ahora recién terminando la temporada cáncer sentía el comienzo de un nuevo ciclo. Te leo desde hace años, te agradezco un montón tus escritos Ava, no entiendo mucho todavía pero siempre que te leo me aclaras y amplias la perspectiva. Gracias y un abrazo
ResponderEliminarSuper interesante! Tengo retorno nodal y retorno de Marte en Geminis. No ayudas Mucho Ava! 🖤
ResponderEliminarHola buenos dias tengo a marte en geminis en casa 12. estaria teniendo mi retorno de marte. algun tips o sugerencia para transitarlo lo mejor posible?
ResponderEliminarsi se me esta dando que estoy con problemas de territorio con mi vecina por ejemplo
A todo estos cada cuantos años es el retorno de Marte
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