Hola chichis!!! Vamos a hablar brevemente de Urano en Tauro, ya que es el planeta que lleva la batuta en este momento, y el 20 de agosto entra retrógrado. Las retrogradaciones de Urano afectan sobre todo a temáticas contextuales, y no tienen tanta relevancia a nivel personal, a menos que esté haciendo un contacto directo a alguno de vuestros planetas natales. Además, si lo sentimos en lo personal, será en los días próximos al día de su retrogradación.
De aquí hasta que entre directo, en enero de 2022, podemos aprovechar para perfilar proyectos y experimentos, y para mover los cambios que hayamos estado barajando desde hace tiempo. Pero de esto hablaremos más adelante, cuando hablemos de la próxima Luna Llena en Acuario, que sucederá solo unos días después de la retrogradación de Urano.
En este momento, tratándose de Urano, que es el planeta raro por excelencia, voy a plantear este post desde un lugar distinto al acostumbrado. Y para eso voy a empezar contando algunas cosas que viví ayer mismo. ¡Os prometo que va a hacer sentido! Luego volvemos a la astrología, y acabamos con un mito que viene que ni pintado. Os cuento.
Urano, en el centro y en los márgenes
Ayer tuve que desplazarme a las afueras de la ciudad en la que vivo, y ya que no conduzco y la zona no estaba bien comunicada, pedí un taxi a través de una aplicación. El taxista pasó todo el trayecto hablando por el móvil, y yo aproveché para mirar el WhatsApp y responder por fin a algunas amigas a las que hace casi dos años que no veo.
Cuando llegué al lugar en cuestión me bajé del taxi sin necesidad de pagar al conductor, que no interrumpió su conversación personal en ningún momento. Me acerqué a la puerta de un edificio, y una máquina aséptica me midió la temperatura y expulsó gel hidro alcohólico.
Alguien insistió en que me pusiera una mascarilla encima de mi mascarilla FP3. Así que con dos mascarillas, esperé en una sala en la que habían dispuesto sillas perfectamente cuadriculadas y separadas entre sí. El edificio era institucional: impersonal, metálico. Todo era perfectamente industrial. ¡Hasta las plantas eran de plástico! Resolví un par de trámites y salí del lugar sin que nadie se diera cuenta: todo el mundo hacía tiempo en su silla, mirando pantallas.
Luego aproveché para ir al supermercado, donde, por cierto, la estantería de la harina siempre me conmueve. ¡Hace un año y medio era imposible encontrar harina! Hasta se traficaba con ella a precios estratosféricos por internet. Ahora a nadie le importa la harina, aparentemente. La locura aquella pasó.
Cuando terminé por los pasillos, yo misma pasé los artículos por el escáner del súper, y me fui. De vuelta a casa pasé por una calle en la que viven quienes no tienen hogar. A mí me da la impresión de que cada vez son más, aunque no sé si a lo mejor es porque son las únicas personas que hablan a las demás, para pedir alguna moneda. Monedas, ¿qué es eso? Llevo una eternidad sin usarlas. ¡Como mucho puedo darte un mango, una manzana, otra cosa!
Cuando llegué a casa pasé horas trabajando frente al ordenador, la tablet, el móvil. Ya para el descanso y ocio, la verdad, se me atragantan los dispositivos y busco cuerpo saliendo al bosque.
Cada una de las cosas que mencioné son típicas de Urano en Tauro. Claro que posiblemente no os haya resultado llamativo nada de lo que os cuento, porque estamos todas en atmósferas similares. Uranianas. Paralelas. Atmósferas hiperconectadas y, sin embargo, solitarias. Que no se tocan.
La normalización
Urano entra retrógrado el 20 de agosto, y creo que nos va a empujar un poco a reflexionar sobre esta realidad tremenda en la que nos encontramos, sobre sus márgenes y sus incógnitas. ¿Cómo lo integramos? ¿Tal vez ocurre que ya no nos extrañamos demasiado de las rarezas uranianas?
Urano es un planeta peculiar. Pero hasta lo más peculiar, a fuerza de repetición, se normaliza.
Así que os propongo volver a algunos de los temas que trae Urano, para que podamos reflexionar sobre la manera en que lo estamos llevando en este momento, que al fin y al cabo es de lo que se trata su retrogradación, que durará hasta enero del 2022.
Individualismo y comunidad
Urano es el planeta del individualismo, la libertad y la autonomía. Es el planeta que activa nuestra mente y flexibiliza los tiempos, hasta el punto de que nos hace perder a veces la noción de lo que tenemos delante mismo de la nariz. Es un planeta estimulante, que dibuja para nosotras chispeantes utopías y genialidades que devienen en proyectos.
Pero también es el planeta de la amistad y la sociabilización. Rige los equipos de personas unidas por una afinidad de intereses y propósitos, que buscan en conjunto rebobinar el tiempo hacia delante: hacia el progreso, o hacia alguna articulación de ilusiones que raya lo ideal. El mundo Urano siempre parece estar más adelante. Y une a las personas que se reconocen mutuamente en el futuro imaginado.
¿Cómo se entiende que el planeta del individualismo sea también el planeta de la comunidad, la asociación y los ideales compartidos?
La exclusión
En realidad, cuando formamos comunidad según nuestras afinidades no terminamos de salir del individualismo. Porque fuera de la comunidad, que aunque no lo pretenda, suele actuar como núcleo cerrado, quedan irremediablemente todas esas personas que no encajan con lo que hay de puertas adentro. Las extrañas. Las ajenas.
Para que haya exclusión tiene que haber necesariamente un círculo en el que hay personas a las que se incluye. Urano habla de la amiga y de la compañera, pero también habla de quien queda al margen. Lo excéntrico, lo raro y lo disruptivo, es al fin y al cabo lo que no forma parte.
Con Saturno cuadrando a Urano, es un tiempo duro para la gente que está al margen. Es un tiempo difícil para quien no se siente dentro.
I, me, mine
Dentro de casa, la simulación de normalidad desoye un montón de alarmas que hay ahí fuera. Las épocas uranianas suelen ser épocas que tienden a la liberalización. ¿Creéis que estamos perdiendo algo de lo que se logró conquistar a nivel colectivo en el pasado? No sé vosotras, pero yo creo que cuando mi madre tenía mi edad tenía más garantías sociales de las que disfrutamos ahora.
¿Será que con Urano en Tauro cada cual lucha por sostenerse individualmente?
Si dejo nuestros derechos colectivos al margen, porque siento que "yo no los necesito ahora", habrá quien ponga en el centro su privilegio. Y eso es difícil de revertir. ¿Qué nos está haciendo colectivamente el individualismo?
Bueno, lo dejo ahí. Pero voy a recordar un mito que viene que ni pintado para esta ocasión. Vais a reconocerlo en seguida.
La torre
Hace miles de años, tal vez nunca, tras un diluvio que arrasó la Tierra, una comunidad humana prosperó gracias a su entendimiento mutuo. Las cosas iban tan bien que acordaron construir una torre tan alta que llegara al cielo. Y dedicaron mucho tiempo a tal esfuerzo, decorando su cúspide con ladrillos esmaltados de color azul y preciosas virguerías que daban un testimonio del carácter sofisticado de su civilización.
Sin embargo, cuando la torre ya se alzaba sobre las nubes y casi estaba culminada, algo ocurrió, tal vez un mandato divino, tal vez un rayo cegador, que produjo un cambio imprevisto en la comunidad. Cuando una persona pedía a otra un martillo, esta le daba una piedra. Cuando una proponía trabajar en perfiles rectos, la otra los hacía curvos. Y llegaron a desentenderse tanto, que acabaron por enemistarse entre sí.
Las personas que se entendían formaron pequeños grupos, y abandonando la torre a medio hacer, poblaron geografías lejanas con la intención de no chocar nuevamente con quien resultaba súbitamente ajena.
Hay un montón de versiones y narraciones de la Torre de Babel, un mito que viene a explicar por qué lo fraterno se hace extraño, por qué se hablan tantas lenguas, y por qué las culturas son a veces tan divergentes. Creo que es interesante del mito que, en el momento en que las personas dejan de reconocerse entre sí, se irritan mutuamente.
¿El aislamiento nos atraganta la compañía, o se siente como soledad? ¿Nos parece demasiado arduo llegar a entendernos? ¿Formamos círculos de afinidad que desoyen lo distinto? ¿La superabundancia de información nos enajena y al final no entendemos nada?
Urano retrógrado va a poner muchas preguntas sobre la mesa. Tal vez extrañarnos sea el primer paso para reconocernos. Pronto hablamos de la Luna Llena en Acuario y vemos más.
Por ahora, ¡feliz semana, chichis!!! ¡Un abrazo grande!
Muy interesante, mil gracias 💐
ResponderEliminar