Hola chichis!!! En casi todas las culturas el sol es él, pero, ¿sabíais que en otras culturas el Sol es ella? El tema del género del sol no es poca cosa cuando nos dedicamos a la astrología, porque el Sol representa el centro vital de la persona.
Una vez, cuando estaba estudiando astrología, un astrólogo me dijo que en la carta astral de una mujer, el Sol suele representar al padre o al marido. Me dejó perpleja. Y entonces, ¿yo dónde estoy? ¿No tengo un centro vital propio? Por supuesto, aquella idea me pareció una tontería, y nunca le di crédito. Que el Sol de mi carta corresponda a mi padre o a "mi marido" (¿hola, marido...?) me dejaría huérfana de Sol, huérfana de autoestima, de ego, de ser y de autoridad.
Los prejuicios patriarcales atraviesan toda nuestra cultura, y la astrología no es una excepción. Por eso debemos revisar los arquetipos para poner las cosas de nuevo donde corresponden. Que la astrología tradicional asignara a los hombres los rasgos de Leo solo indica que en aquel momento histórico el poder no podía concebirse sin un él de por medio.

Pero las cosas cambian, chichis. Y los roles de género también. Las mujeres tenemos que recuperar nuestro Sol. Porque las mujeres tenemos ser, poder, autoridad, placer; brillo.
No sé a vosotras, pero llegadas a este punto, a mí me parece liberador que la cultura sea tan múltiple y diversa. Porque, incluso cuando nuestras antepasadas vivían en una cultura que las desheredaba constantemente, había otras mujeres, lejos, que podían verse a sí mismas como hermanas del Sol. De un Sol en femenino.
Me gustaría hablaros del mito sintoísta de Amaterasu. Su nombre viene de la palabra Amateru, que significa "brillar en el cielo". Amaterasu es la milenaria diosa Sol, la diosa madre de la agricultura y la diosa suprema de Japón, a la que aún hoy se adora en el Santuario de Ise, el más importante del país.

Amaterasu era la hermana de Susanoo, el dios de las tormentas y del mar, y Tsukuyomi, el dios de la Luna y de la noche (✊). Eran nietos del universo mismo, Amenominakanushi. Juntos pintaron el paisaje, y con su virtuosismo artístico crearon Japón.
Cuando ya cumplieron cierta edad, su madre ordenó a Susanoo abandonar el cielo, y él se dispuso a obedecer contra sus propios deseos. Antes de irse visitó a su hermana con la intención de despedirse, pero acabó rivalizando con ella y fue vencido, de forma que cuando Susanoo abandonó los cielos, la enemistad entre los hermanos era definitiva.
Entonces Susanoo, rencoroso y humillado, destruyó todo lo que encontró a su paso, arrasando los campos de arroz de Amaterasu, matando a sus caballos, y asesinando a uno de sus ayudantes más queridos. Amaterasu, que estaba en duelo por su pérdida y se sentía furiosa, prohibió a Susanoo que regresara al cielo, y se encerró en una cueva, sellando su entrada con una roca para que nadie pudiera molestarla. Y la tierra se sumió en la oscuridad y en el caos, porque empezó a poblarse de malos espíritus.
Los demás dioses intentaron persuadirla de que saliera de la cueva, pero Amaterasu se negó. Entonces fue hasta allí Ame-no-Uzume, la diosa de la aurora, la danza y la alegría, que organizó una celebración con la que despertar la curiosidad de Amaterasu. Los dioses empezaron a festejar ruidosamente, y Ame-no-Uzume realizó un espectacular y lujurioso striptease. Amaterasu, intrigada por la danza de la diosa de la aurora, se asomó a la puerta de la cueva.

Allí, Amaterasu y su hermano Tsukuyomi, el dios de la Luna, se casaron y vivieron juntos en el cielo, compartiéndolo en armonía. Pero un día, Tsukuyomi visió a la diosa del alimento, Ukemochi, para que le organizara un festín. Ukemochi enconces se acercó al mar, donde escupió un pez delicioso. Se acercó al bosque, donde escupió una generosa pieza de caza. Y luego se acercó a un arrozal, donde estornudó un exquisito tazón de arroz. Pero Tsukuyomi estaba tan disgustado con la comida que le ofreció Ukemochi que la asesinó.
Cuando la diosa Sol supo del crimen cometido por su hermano y esposo, le sobrevino un incontrolable estado de ira y preocupación. A partir de aquel momento, Amaterasu consideró a Tsukuyomi un espíritu maligno, cortó con él y separó la noche y el día.
Espero que os haya gustado esta historia, chichis. A la diosa Sol, desde luego, no le tiembla el pulso a la hora de quitarse gente desagradable de alrededor. Yo me quedo con la maravillosa alianza femenina entre la Aurora y la diosa Sol. 💜 A mí me da mucho que pensar, ¿y a vosotras? Un abrazo!!!
¿Quieres hacer alguna consulta astrológica?
¿Cual es la idea circular/cíclica de este relato?
ResponderEliminar¿A qué re refieres? :)
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