Cuando lo dije por primera vez en 2023, que ya usaban lenguaje genocida, un montón de gente me canceló.
Por mucho tiempo y en todas partes, un montón de gente se calló.
Luego se oyeron las primeras voces de peso, y se pusieron en la picota.
Quien hablaba era "valiente" porque ya se sobreentiende que hablar en este mundo tiene un coste. Más con estas plataformas de comunicación.
Ahora, sin embargo, llenarlo todo de palabras, pines estandarizados y estampas está de moda, protege la reputación, queda cool.
❤
Es verdad, mejor tarde que nunca. Pero al menos a mí me da miedo lo que pasó, lo que sigue pasando. Pensar por una misma no es tener audacia para leer la habitación y adaptar el mensaje a lo que más conviene: eso es mercadotecnia. Para mí, pensar por una misma es confiar en nuestra lectura de las cosas hasta tal punto que cuando todo el mundo diga que 2+2 = 5, podamos decir, en toda confianza: no.
Allá para el fin de la segunda guerra hubo mucha gente preocupada por el fenómeno del mal como consenso. ¿Cómo se pudo aceptar, tolerar, el horror? ¿Cómo pudo la gente convivir con él, haciendo como si nada? Hannah Arendt tiene ese libro genial, "La banalidad del mal", donde viene a decir que el mal no es sofisticado o extraordinario, sino cosa del día a día, de la normalización y la tolerancia a lo intolerable. Algo banal, hasta que se revela en su horrorosa inmensidad.
Y está ese concepto, "disonancia cognitiva", por el que, para ser capaces de sostener algo horrible y defender nuestro privilegio, desplazamos, retorcemos y machacamos lo evidente hasta justificar lo injustificable. Cuando no podemos asumir la responsabilidad del horror, las personas buscamos escondrijo en cualquier papanuchada mental. Y luego el golpe de realidad es fuerte, eh. Llegan décadas de golpes en el pecho, vergüenzas, memoriales, homenajes y silencios.
Hoy es el equinoccio en Libra, signo de justicia.
Nunca escatimemos la influencia que puede tener en las demás ser la que habla primero. Aunque la primera voz esté sola, es cuestión de tiempo que la historia coral en la que estamos prenda. Tarde o temprano, siempre. Somos animales y nuestro estómago sabe la verdad.
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