Júpiter se suele considerar el gran benefactor, el punto suertudo de la carta natal, el que se hace oro todo lo que tocamos. Es el Rey Midas del zodiaco. Y sí, también tiene un rostro brutal y desencajado por el mal rollo.
Júpiter y su signo, Sagitario, tienen que ver con los estudios, los libros, los premios, las expectativas, el optimismo... pero también con la religión, con la Ley, con la justicia, y... con la autoridad tendente a los excesos. No una autoridad como la Saturnina, que está basada en el orden y el rigor, sino un tipo de autoridad paterna: paternalista.
No olvidemos que en la mitología grecolatina, Júpiter o Zeus era el lider del Olimpo, el que fulminaba con un rayo a sus oponentes y ejercía la justicia de forma más o menos caprichosa. Le gustaba sentarse en un trono y tomar decisiones sobre sus familiares. Satisfacía sus deseos viscerales con la ley de "yo primero". Sus disfraces para seducir a hermosas jóvenes fuera del matrimonio fueron legendarios, tomando la forma de cisne, toro o lluvia para meterse a escondidas en el lecho de las mujeres que le gustaban y dejarlas preñadas, quisieran ellas o no.
Los líderes eclesiásticos, como los papas, suelen tener a Júpiter en una posición destacada de su carta, y ya vemos las barbaridades que han cometido a lo largo de la historia... guardando las espaldas de sus fieles servidores cuando han cometido delitos de pederastia, por ejemplo. No hace falta que dé ejemplos de cómo la religión ha causado, y causa, tantas guerras y tantas muertes.
Para hablaros del rostro negativo de Júpiter me gustaría partir de una novela que leí hace poco de la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, conocida por los best sellers Todos deberíamos ser feministas (2015) y Medio sol amarillo (2007). La novela de la que quiero hablarles brevemente se titula La flor púrpura (2005). Una novela que traza todos los pormenores del arquetipo del padre jupiteriano y autoritario. La historia describe las difíciles relaciones de una familia rica de Nigeria, marcadas por la brutalidad de un padre maltratador.
Descrito a partir de su imagen pública, el padre es un hombre firmemente religioso y caritativo que ha recibido reconocimientos y premios por su labor filantrópica. Paga el colegio de los niños con dificultades, reparte alimentos y colabora activamente con los misioneros para mejorar las condiciones de vida de su comunidad. Como no podía ser menos de un personaje jupiteriano, posee enormes riquezas en expansión, exporta productos a otros países, ha viajado, y es dueño de un periódico comprometido con la verdad en un contexto de políticas convulsas. Además, siendo un hombre generoso, interviene personalmente para ayudar a los periodistas encarcelados por la censura, defendiendo la libertad de prensa. Hasta aquí, Sagitario rules. Pero, ¿cuál es su cara oculta?
En el ámbito privado, el padre muestra cómo a pesar de su falsa modestia se ha idealizado a sí mismo, identificándose con el poder divino. Impone a sus dos hijos y a su mujer (que inicialmente lo admiran) un control estricto basado en sus leyes arbitrarias; pero él mismo es incapaz de ejercer el autocontrol suficiente cuando monta en cólera. El maltrato psicológico y físico que impone a sus hijos y a su mujer se describe en el libro de tal forma que, sin ser morboso, expone con total honestidad su premeditada y creativa crueldad. Como hace Júpiter constantemente, este padre atroz justifica sus pervertidas acciones con argumentos morales autorreferenciales. "Solo tenías que obedecer mis deseos" parece decir constantemente. Además, en la novela, el padre tirano rechaza a su propio padre porque no comparte sus ideas religiosas.
El final de la novela es muy liberador, e inesperado. Solo una pista: las mujeres ganan. Si quieres saber qué le pasó a este personaje, las páginas volarán hasta que te lo termines de leer de un tirón: ¡engancha mucho!
En la mitología, Júpiter exige obediencia como figura paterna, pero mató a su propio padre (Urano) para situarse a sí mismo en el poder. Júpiter gusta de la buena mesa, pero no es proclive a cocinar. Gusta de proclamar la ley, pero no es proclive a obedecerla (¿te recuerda a algo?). Gusta de la expansión, pero no para los demás. Proclama la modestia, pero no para sí mismo.
Todos tenemos a Júpiter en algún lugar de nuestra carta. Y aunque traiga muchos regalos a nuestras vidas, y nos dé esperanzas y optimismo para seguir adelante, no es trigo limpio en el que confiar.
Todas las mujeres comprendemos lo que es el paternalismo, porque lo hemos vivido en cientos de ocasiones. Yo lo encuentro indignante. Porque tras la cariñosa cucharada de azúcar siempre exige otra cucharada de pasividad y obediencia. De tiranía. No necesitamos ser protegidas por una figura paterna de autoridad. No necesitamos que nos traten como a niñas toda la vida. No necesitamos la aprobación o la clemencia de quien nos invade con consejos no solicitados.
Así que ¡toma tus propias decisiones, siempre! Solo tú sabes lo que te conviene. Y, para terminar, les dejo un vídeo de media horita en el que la escritora de La Flor Púrpura expone sus motivos para ser feminista 👇👇 (activa los subtítulos en español si hace falta). ¡Un abrazo, chichis!!
Júpiter y su signo, Sagitario, tienen que ver con los estudios, los libros, los premios, las expectativas, el optimismo... pero también con la religión, con la Ley, con la justicia, y... con la autoridad tendente a los excesos. No una autoridad como la Saturnina, que está basada en el orden y el rigor, sino un tipo de autoridad paterna: paternalista.
No olvidemos que en la mitología grecolatina, Júpiter o Zeus era el lider del Olimpo, el que fulminaba con un rayo a sus oponentes y ejercía la justicia de forma más o menos caprichosa. Le gustaba sentarse en un trono y tomar decisiones sobre sus familiares. Satisfacía sus deseos viscerales con la ley de "yo primero". Sus disfraces para seducir a hermosas jóvenes fuera del matrimonio fueron legendarios, tomando la forma de cisne, toro o lluvia para meterse a escondidas en el lecho de las mujeres que le gustaban y dejarlas preñadas, quisieran ellas o no.
Los líderes eclesiásticos, como los papas, suelen tener a Júpiter en una posición destacada de su carta, y ya vemos las barbaridades que han cometido a lo largo de la historia... guardando las espaldas de sus fieles servidores cuando han cometido delitos de pederastia, por ejemplo. No hace falta que dé ejemplos de cómo la religión ha causado, y causa, tantas guerras y tantas muertes.
Para hablaros del rostro negativo de Júpiter me gustaría partir de una novela que leí hace poco de la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, conocida por los best sellers Todos deberíamos ser feministas (2015) y Medio sol amarillo (2007). La novela de la que quiero hablarles brevemente se titula La flor púrpura (2005). Una novela que traza todos los pormenores del arquetipo del padre jupiteriano y autoritario. La historia describe las difíciles relaciones de una familia rica de Nigeria, marcadas por la brutalidad de un padre maltratador.
Descrito a partir de su imagen pública, el padre es un hombre firmemente religioso y caritativo que ha recibido reconocimientos y premios por su labor filantrópica. Paga el colegio de los niños con dificultades, reparte alimentos y colabora activamente con los misioneros para mejorar las condiciones de vida de su comunidad. Como no podía ser menos de un personaje jupiteriano, posee enormes riquezas en expansión, exporta productos a otros países, ha viajado, y es dueño de un periódico comprometido con la verdad en un contexto de políticas convulsas. Además, siendo un hombre generoso, interviene personalmente para ayudar a los periodistas encarcelados por la censura, defendiendo la libertad de prensa. Hasta aquí, Sagitario rules. Pero, ¿cuál es su cara oculta?

El final de la novela es muy liberador, e inesperado. Solo una pista: las mujeres ganan. Si quieres saber qué le pasó a este personaje, las páginas volarán hasta que te lo termines de leer de un tirón: ¡engancha mucho!
En la mitología, Júpiter exige obediencia como figura paterna, pero mató a su propio padre (Urano) para situarse a sí mismo en el poder. Júpiter gusta de la buena mesa, pero no es proclive a cocinar. Gusta de proclamar la ley, pero no es proclive a obedecerla (¿te recuerda a algo?). Gusta de la expansión, pero no para los demás. Proclama la modestia, pero no para sí mismo.
Todos tenemos a Júpiter en algún lugar de nuestra carta. Y aunque traiga muchos regalos a nuestras vidas, y nos dé esperanzas y optimismo para seguir adelante, no es trigo limpio en el que confiar.
Todas las mujeres comprendemos lo que es el paternalismo, porque lo hemos vivido en cientos de ocasiones. Yo lo encuentro indignante. Porque tras la cariñosa cucharada de azúcar siempre exige otra cucharada de pasividad y obediencia. De tiranía. No necesitamos ser protegidas por una figura paterna de autoridad. No necesitamos que nos traten como a niñas toda la vida. No necesitamos la aprobación o la clemencia de quien nos invade con consejos no solicitados.
Así que ¡toma tus propias decisiones, siempre! Solo tú sabes lo que te conviene. Y, para terminar, les dejo un vídeo de media horita en el que la escritora de La Flor Púrpura expone sus motivos para ser feminista 👇👇 (activa los subtítulos en español si hace falta). ¡Un abrazo, chichis!!
Me encantó la entrada, y tb "La flor púrpura". No había detectado el arquetipo, pero sí, ahí está. Lo expones estupendamente.
ResponderEliminarMuchas gracias! ^^ Es uno de mis libros favoritos.
EliminarGracias por leer y por comentar! Me alegro de que te haya gustado.